Mucho ha dicho Muriale sobre las supuestas causas de su renuncia, pero, sin duda, la causa determinante fue que la ciudadanía, hoy, puede conocer la verdad -de manera documentada- de sólo una parte de sus negocios junto a otros funcionarios públicos (o sus parientes directos). Con solo esa parte que se conoce de sus negocios sobró para que Muriale se viera obligado a renunciar. ¿Quién lo obligó? Pues, lo que lo obligó fue la indignación de la gente honrada asqueada de tanta impunidad y descaro. Esta fue la verdadera causa de su renuncia indeclinable: LA INDIGNACIÓN DE LA GENTE frente a tanta mentira e impunidad: Funcionarios que se transformaron en multimillonarios durante el ejercicio de sus cargos públicos, mientras el pueblo que administran cada vez está más pobre, más abandonado y la única forma de administrar que conocen es cobrando impuestos cada vez más altos (esta fue una de las excusas de Muriale para renunciar: que no le alcanza el presupuesto). Ahh!, pero eso sí: se gastan $ 500.000 en una página web que cuesta diez veces menos; contratan a un fotógrafo por 9 meses por $ 380.000 (con una licitación armada con la misma empresa que ganó el diseño de la página web); hacen un desfile de modas, en enero de 2014, sobre la Av. Bunge y, en vez de recaudar plata, le costó al municipio $ 240.000; la fiesta del 12 de Octubre de este año nos costará $ 1.000.000... Por todo esto se va Muriale: porque CUANDO LA GENTE CONOCE ESTA VERDAD DE ESTE DESPILFARRO E IMPUNIDAD SE INDIGNA. Y mientras el poder de asombro de la gente no se aplaque ni se acostumbre a esto, la indignación de la gente honrada es un síntoma de buena salud de nuestra sociedad y será la garantía de que podemos vivir en una ciudad más justa e igualitaria para todos.
Por eso, si esta realidad de Pinamar nos indigna, sintámonos bien, la esperanza sigue intacta.
Lucas Ventoso
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