La condena a Cristina Kirchner admite, naturalmente, miradas complementarias. A través de ella se puede ver el deterioro moral que atravesó a un proceso político que generó esperanzas en la mayoría de la sociedad y terminó ensuciado por la venalidad de sus principales dirigentes. Los dirigentes que rodean a la ex presidenta podrán sostener que la Justicia la persigue. Pero, ¿cómo explicar la tragedia de Once, los bolsos de Lopez, el enriquecimiento de Lazaro Baez sin concluir en, al menos, la responsabilidad política de la familia Kirchner? Las personas sanas que celebran el fallo como un paso importante en la lucha contra la corrupción tienen motivos para hacerlo.
Al mismo tiempo, la parálisis absoluta de la Justicia frente a los financistas que fugan capitales hacia paraísos fiscales, los grandes evasores o políticos no kirchneristas es tan grosera: ¿Cómo no sospechar que, más allá de la corrupción kirchnerista, hay un doble estándar escandaloso donde se persigue a unos y se protege a los otros, o sea, que la venalidad es bastante transversal? El apuro de la Corte para dictar el fallo antes de las elecciones, cuando otros temas tanto o más trascendentes –el decreto inaugural de Javier Milei, por ejemplo- esperan cajoneados desde antes de que llegaran los recursos por el caso Vialidad, aporta otro elemento de degradación del sistema. Es la misma Corte que tomó juramento a alguien designado por decreto, entre tantos otros pecados.
Parece una historia donde nadie está limpio, y en la que todos tienen razón cuando hablan de los demás: todo un retrato del poder en la Argentina.
Mientras tanto, Elisa Carrió sigue su camino. En su única aparición posterior a la condena, además de hablar de compasión, anunció que prepara una denuncia por la corrupción en el PAMI libertario. “Es escandalosa la corrupción en las provincias. Es como en la época del menemismo. Son hasta los mismos nombres”. Carrió se refirió también a la situación del Hospital Garrahan. “Dicen que esto es la libertad. Pero hay precondiciones para la libertad, como el derecho a la vida y el derecho a la salud. Hoy la gente se muere por falta de salud. Los niños, las madres, las familias. En todos lados la gente ha dejado de ir porque no puede comprar los medicamentos. Lo he vivido. He tenido que ayudar a gente que se moría, pero se moría por una apendicitis, por enfermedades curables”.
Carrió calificó al proyecto anarcolibertario como un modelo “de aniquilación, de humillación”. Y advirtió: “Todo el mundo cree que porque hubo Justicia en la Corte hay República en la Argentina, como dijo el Presidente. Yo creo que estamos ingresando en la oscuridad de la República”.
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