El 22 de julio se conmemora el Día Internacional del Trabajo Doméstico. Una fecha para visibilizar las tareas que realizan mayoritariamente mujeres y niñas de forma no remunerada.
El segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en 1983 propuso el 22 de julio como un día para visibilizar las tareas que realizan las mujeres en el hogar, en la mayoría de los casos, además de su jornada laboral remunerada fuera de casa. Esa sobrecarga de trabajo para las mujeres en el hogar no es “natural” ni tiene que ver con cuestiones biológicas, se basa en prejuicios patriarcales: el cuidado infantil, la limpieza y la comida son “tareas de mujeres”.
Visibilizar el trabajo reproductivo, feminizado y no pago (del que se benefician principalmente empleadores privados y estatales) es parte de la crítica de las desigualdades naturalizadas en una sociedad desigual por definición.
Cuando el trabajo doméstico se realiza de forma remunerada, varios prejuicios que se desprenden de la invisibilización y la naturalización de que sea gratuito hace que sean tareas con bajos salarios y pocas regulaciones. Es un denominador común que la mayoría de las cuidadoras sean mujeres y migrantes.
Las condiciones laborales suelen ser más precarias que la media, ante la ausencia de derechos de organización y sindicatos; nadie garantiza su salud ni su seguridad en el empleo.
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