Ante los albores de un nuevo proceso eleccionario, que parece ha despertado nuevamente las apetencias de quienes se sienten con derecho a ser beneficiados por el voto popular, y que rápidamente desempolvan sus viejos discursos y promesas para ventilarlas en el nuevo proceso, me siento motivado para efectuar algunas reflexiones.
La primera, es que ha producido un cambio generacional de magnitud, que debe obligar a los candidatos a evolucionar en ideas y proyectos, partiendo de bases que tienen vigencia en la actualidad y no en el pasado. Esto no significa recluirse en el ostracismo político, sino integrarse en las actitudes políticas que se compartan con la gente y con sus necesidades. No se puede explicar cómo se hace una política económica o de desarrollo macro, cuando existen necesidades primarias insatisfechas.
No se puede con globos y pochoclos volver a pedir la voluntad de los votantes.
Esto implica, en nuestro medio, expresar en forma concreta qué se hará con los problemas de Pinamar. Se debe decir sencillamente cómo se encararán nuestros problemas, para definir posteriormente, si se cumplen o no esas promesas de campaña.
Propongo varios temas para que el elector le pregunte a su candidato:
1) Que hará con relación a la planta depuradora que nos falta?
2) Qué hará concretamente para mejorar la atención de nuestro hospital y su equipamiento?
3) Qué iniciativas básicas propone para establecer una política continua (de estado) en relación a la promoción, oferta y tratamiento del turismo en nuestro Partido?
4) De qué forma planificará la acción social para los más necesitados ante la crisis económica y social que avecina y profundizará?
5) Congelará la planta municipal o seguirá incorporando nuevos empleados a la misma?
6) Escuchará proyectos o iniciativas de otras personas o llevara adelante una administración de puertas cerradas?
7) Encarará definitivamente una política municipal seria de combate al tráfico de drogas en nuestro Partido coordinándola con los servicios de seguridad y controlándola realmente?
De todos estos temas y muchos más, se habló en todas las campañas políticas, pero nunca hubo una acción de gobierno municipal acorde a las infinitas promesas lanzadas en las mismas e inevitablemente incumplidas.
La segunda es que, si no se hace la autocrítica de lo hecho, no hay futuro de calidad posible, pues se repetirán viejos errores. Las viejas recetas no arreglarán los nuevos problemas.
Tenemos que superar costumbres y vicios que arrastramos por décadas en la actividad política, que forman parte de nuestro ADN pero que hay que dejar atrás, porque de este nuevo proceso eleccionario tenemos que salir superando una imagen que hemos dado todos los políticos, que ha sido muy mala, y que debemos reconstruir.
La transparencia en los procederes políticos está bien, es imprescindible que nos atrape a todos, pero no únicamente para mostrarla en los medios de comunicación o en las redes sociales, con discursos vacíos de contenido y llenos de falsas promesas.
La transparencia hay que vivirla en todos los procesos políticos que llevan a que el ciudadano pueda depositar el voto con confianza en el momento electoral. Los políticos debemos demostrar que el bien de la gente es nuestro único interés, que somos respetuosos de las leyes y que no tenemos prontuarios que ocultar.
No basta ya para ser confiable, que el político muestre fotos acumuladas con otros políticos a manera de curriculum o antecedente valioso. Son actitudes de la vieja política que deben desaparecer para que el votante vuelva a creer en sus candidatos, en sus discursos, proyectos e iniciativas.
ALBERTO GERMAIN
Concejal MC de Pinamar
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