"EL UNICO PATRIMONIO DEL PERIODISTA ES SU BUEN NOMBRE. CADA VEZ QUE SE FIRMA UN TEXTO INSUFICIENTE O INFIEL A LA PROPIA CONCIENCIA, SE PIERDE PARTE DE ESE PATRIMONIO, O TODO" - Tomás Eloy Martinez -

"Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las libertades humanas -la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino" - VIKTOR FRANKL

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lunes, 25 de mayo de 2020

LA BIBLIOTECA POPULAR MANUEL BELGRANO ADHIERE A LA FECHA PATRIA


         I

 PATRIA, dulce promesa
de vísperas y ayeres:
¿por qué vienes a mí como una extraña culpa?

Yo sé que otros ornaron
tu frente con laureles
y músicas triunfales;

yo sé que otros bruñeron
en tu honor sus espadas
en días más gloriosos;

yo sé que otros te amaron
más allá de sus muertos,
sus miedos y sus penas;

yo sé que otros te oblaron
sus vidas en las islas
que nos robó el inglés,

pero ¿qué pude yo reclamar en tu gloria?
tan sólo ensoñaciones que se ha llevado el viento,
vítores repetidos
y cánticos patrióticos.

Nada, si bien se mira, para lo que me diste:
la callada conciencia
de saberme una parte de tu forma entrañable;
y sentirme marcado, como a fuego, por todos
los lujos de tu historia;
y la risa y el llanto, según las estaciones
de tu cambiante rotación.

                              
 ¿Cómo podré decirte
    que sos lo que más quiero?




                II

¿Desde qué lejanías vuelves hoy y reclamas
una deuda de amor,
las últimas monedas que atesora mi vida?

De niño yo te vi tremolar en el Sur,
y fuiste a la inocente
castidad de mis ojos
un mandato excitante
de batallas y gloria.





Después te vi cruzar,
sola, las intemperies de la pampa remota,
y eras como mi madre arrodillada
entre un campo de mieses
y un potrero de escarcha.

Y más tarde sufrí tu amargura de euménide
en el altar de nuestros muertos.
(Eras, PATRIA, una estatua de llantos sin palabras
y yo te amé en la augusta soledad de tu pena
más allá de la bronca,
la pasión y la furia.)

                             

¿Cómo podré decirte
   que sos lo que más quiero?



                III

¿Debo gritar, ahora que tu ensueño es el mío
y que es mía, también,
tu pobreza de rica que se ha venido a menos?

A veces me pregunto:

¿alguien puede mover hacia atrás el destino
y detener las aspas de molino del tiempo
y represar los días,
esa navegación fatal de nuestra sangre?

¿Alguien puede tallar
el mazo de la vida y embretar el azar,
premioso de ganancias,
sin columbrar que somos cartones de otro juego
y el tallador es Dios?

Y, de nuevo, pregunto:
¿alguien, tal vez Mandinga, puede torcer designios
y patear el tablero
con lo que estaba escrito
en los libros secretos
de la Divina Providencia?

¡Yo te incito a romper las cadenas ocultas
y a exorcizar el maleficio
y a soltar las maneas,
para que sean eternos los laureles de gloria
que otros hombres mejores
nos legaron un día!

¿Por qué no, PATRIA hermosa, si eres una promesa
que despunta del miedo;
y un suelo labrantío para plantar laureles

(¡y es buena la estación!);

y, tal vez, un pegaso de remos anhelantes
en galope hacia el cielo?



   ¿Cómo podré decirte
     que sos lo que más quiero?



               IV

¡No ha de ser tu destino sino la suma y resta
de cada uno de nosotros;
no ha de ser tu destino
la invitación a una kermese
con premios y algaraza!

Ha de ser la obstinada construcción de la espiga
que sabe, grano a grano,
prefigurarse en pan;

o esa lluvia que cae sobre las melgas olorosas
y sabe, gota a gota,
sustentar la cosecha;

o el pueblo, que desborda como un río la historia,
y sabe en cada uva
dar su peso al racimo.



 ¿Cómo podré decirte
  que sos lo que más quiero?



               V

Yo sé que mi discurso
tiene el ala del ángel
y el grito del chajá:
con el ala rebate las aldabas del cielo;
con el grito taladra
los tímpanos de plomo de la desesperanza.

¡Ha llegado tu hora
PATRIA, dulce promesa!

¡Ya en el aire se huele como un advenimiento
y la noche apesebra
la navidad del día;
es que viene creciendo
un río por debajo de tu forma doliente
y su luz ya desborda
 las esclusas del tiempo!

(PATRIA: siempre te supe
inextinguible y cierta
como la luz del sol
y, acaso; impredecible
como la exaltación de las tormentas.)

                             

 ¿Cómo podré decirte
   que sos lo que más quiero?

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