El Central deberá desactivar la “maquinita”, que fue el principal instrumento de financiación de los últimos años. ¿Qué pasó con la idea de inflación como fenómeno “multicausal”?
Por Pablo Wende
Cubeddu y Kozack, de un lado de la mesa, Guzmán en la cabecera, y el presidente del BCRA, Miguel Pesce, y el representante argentino en el FMI, Sergio Chodos, a la derecha. Según el acuerdo, Pesce dejará de financiar a Guzmán, que deberá recurrir más al mercado y/o reducir el gasto fiscal
Cubeddu y Kozack, de un lado de la mesa, Guzmán en la cabecera, y el presidente del BCRA, Miguel Pesce, y el representante argentino en el FMI, Sergio Chodos, a la derecha. Según el acuerdo, Pesce dejará de financiar a Guzmán, que deberá recurrir más al mercado y/o reducir el gasto fiscal
Pese al salto hasta el 51%, el Gobierno insiste en que la inflación es un fenómeno “multicausal”. Martín Guzmán se cansó de repetir este verdadero dogma del kirchnerismo, que busca minimizar el rol de la emisión monetaria para explicar el fenómeno de la inflación persistente. Incluso el propio staff del FMI se había hecho eco de esta definición en el comunicado difundido en diciembre, tras reunirse con la misión del equipo económico argentino en Washington. El “principio de acuerdo” divulgado ayer entre ambas partes barre de manera abrupta esta lectura.
El gradualismo para llegar al equilibrio de las cuentas públicas recién en 2025 no es tal en el caso de la política monetaria, donde se impuso un verdadero shock, aunque ambas partes buscaron minimizar su impacto. El financiamiento monetario del Banco Central al Tesoro había superado el 7% del PBI en 2020, récord a causa de la pandemia. El año pasado cayó a 3,7%, pero el próximo acuerdo dispone que esa disminución será muy profunda en 2022, ya que la emisión apenas podrá representar 1% del PBI para directamente desaparecer en 2023. Ni Federico Sturzenegger, en el mejor momento del gobierno de Mauricio Macri, se había animado a tanto.
Semejante reducción abrupta deja claro que para el Fondo sí es la emisión monetaria la principal causante de los desequilibrios cambiarios y de la elevadísima inflación con la que convive la Argentina hace más de una década. Por más que en los comunicados le den el gusto al kirchnerismo duro y se sigan refiriendo a ella como un fenómeno “multicausal”.
Se trata del aspecto más novedoso e inesperado del acuerdo y, al mismo tiempo, el más difícil de cumplir
Indudablemente se trata del aspecto más novedoso e inesperado del acuerdo. Y al mismo tiempo el más difícil de cumplir. El kirchnerismo hizo uso y abuso de la emisión monetaria, tanto en los dos gobiernos de Cristina Kirchner, como en el actual de Alberto Fernández, que en muchos sentidos fue en estos dos primeros años una continuidad de las políticas implementadas por la ahora vicepresidenta. Estricto cepo cambiario, atraso del dólar oficial y emisión monetaria pura y dura para financiar el déficit fiscal, en un contexto de falta de acceso al financiamiento vía mercado de capitales.
Con una disminución tan fuerte de la emisión, la idea es ponerle un techo a la suba de los distintos dólares financieros y bajar la brecha cambiaria. La primera reacción del mercado al conocerse los detalles del entendimiento fue justamente en esa dirección. Se supone que una menor distancia entre el oficial y el dólar libre debería ayudar a reducir muy lentamente la inflación.
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