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jueves, 24 de enero de 2019

ENSEÑAN EN LA PLAYA COMO HACER LAS MANIOBRAS DE RCP PARA QUE LOS TURISTAS PUEDAN SALVAR VIDAS



Dos de la tarde, sol radiante. La gente descansa en la playa. En un gazebo, en el balneario Paradise, se empieza a hablar de desfibriladores, compresiones y de la maniobra de Heimlich. De a poco, turistas y algunos locales comienzan a acercarse. Cada vez son más. Mónica Matos, que es bombera, comisaria y guardavidas, se para en el centro de la carpa con un muñeco y arranca una clase de RCP. Es la primera vez que se arma un curso en la arena para turistas. La actividad, organizada por el Municipio, se va a repetir todos los viernes y sábados de la temporada en diferentes paradores. El objetivo es que cada vez sean más los que estén preparados para actuar frente a una emergencia.

“Si la persona se desvanece y no responde no hay que pensar que le bajó la presión, se debe apuntar al peor escenario”, explica Matos. El grupo escucha atento. “A los 3 o 4 minutos el cerebro se empieza a morir así que hay que practicarle reanimación cardiopulmonar hasta que llegue la ambulancia”, sigue.

Remarca que es importante dar directivas claras y dirigir los pedidos hacia personas puntuales. “Vos, llamá al 107”, le marca a uno. “Vos, buscá el desfibrilador”, apunta hacia otro. Cuenta que todas las playas de Pinamar están cardioprotegidas con un DEA (desfibrilador externo automático). Muestra uno, lo prende y el aparatito va guiando a la persona, le dice qué es lo que tiene que hacer.


En adultos asegura que la falla casi siempre es eléctrica y que, por eso, hay que usar el DEA. Pero que, hasta que llegue, es necesario hacer RCP. Coloca las manos entrecruzadas sobre el pecho del muñeco y empieza a presionar “cinco centímetros hacia abajo”.
El muñeco hace “clac clac clac”. Los espectadores, en malla y pareo, arrancan con las preguntas de rigor: “¿No lo puedo lastimar?”, ¿Qué pasa si le rompo una costilla?”, “¿Y si le perforo el pulmón?”. “Los huesos rotos se arreglan, lo del pulmón se soluciona, si no le llega sangre al cerebro ya no se va a poder hacer nada. Así le estamos dando una chance de sobrevida, yo querría tenerla”, insiste Matos. Las respuestas tranquilizan.
Después viene el repaso: “¿Qué es lo primero que hacemos?”, consulta la profesora de RCP. “Ver si respira”, contestan desde el público de a varios. Cerradas las dudas de adultos sigue con los más chicos. “¿Te animás a pasar?”, invita a Facundo, de 12 años, que sonríe con timidez. Matos se pone detrás de él, cruza sus brazos por delante del cuerpo del nene y empieza a simular la maniobra de Heimlich, para rescatar a una persona atragantada. Con suavidad, luego lo recuesta en la arena. “Si no responde, RCP”.

Continúa el ejercicio con un bebé de plástico, explica que hay que golpearlo fuerte en la espalda. “No lo estamos lastimando, no lo estamos maltratando, estamos intentando salvarle la vida”, sostiene con el muñeco boca abajo y recostado sobre su brazo. “Tengo un minuto. Después hay que hacer RCP porque se muere”, agrega.

Delfina Losa (30), que es de La Plata y lleva a su hija Juana (1) a upa, no le saca los ojos de encima a la instructora. Cuando llega la parte de dudas, encara un ping pong de preguntas y respuestas con Matos. Al cierre de la capacitación se queda practicando con el bebé de plástico. “Yo trabajo en el poder judicial y ya había hecho un curso pero hay que repetirlo para poder fijar cada detalle. Son situaciones de mucho estrés en las que es clave estar preparado. Hace unos meses que Juana empezó a comer sólido, siempre está el miedo de que se atragante”, cuenta. “En la familia de mi papá tenemos antecedentes de accidentes cardíacos así que por ese lado también suma”, destaca.
A Noel García (38), que tiene dos hijos de 9 y 11 y está embarazada de ocho meses y medio, la actividad le sirvió de refuerzo. Ella es docente y psicopedagoga y cuenta que, por su trabajo, tuvo que hacer varios cursos. “Hace unos años también me tocó actuar: ayudé a una nena de jardín que tenía una obstrucción, se había atragantado con una tapita de gaseosa”, relata. “Y no fue la única vez que esas maniobras funcionaron: en 2001, mi papá sufrió un paro en una playa de Pinamar. Una guardavidas le practicó RCP hasta que llegaron los médicos y lo salvaron. Después de ese episodio tuvo tres bypass y le colocaron ocho stent pero está bien. Pudo salir adelante gracias a que alguien supo actuar”, cierra.

FUENTE: DIARIO CLARÍN.

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