El sector en el que la empresa actúa, el de los agroalimentos, es tal vez el único que en la Argentina puede exhibir significativa autonomía y superioridad internacional
Por Marcelo Elizondo
15 de junio de 2020
Una de las razones que han sido invocadas para la intervención y el posterior proyecto de expropiación de la empresa Vicentin es la denominada “soberanía alimentaria”.
Es bueno preguntarnos entonces de qué hablamos cuando nos referimos a la soberanía. Dice Thomas Reid que no hay mayor impedimento para el avance del conocimiento que la ambigüedad de las palabras.
La etimología de la palabra soberanía incluye tanto a “sober” (por encima) como a “anus” (procedencia). Se entiende entonces que se pretende soberanía cuando es en el propio territorio donde se toman decisiones.
Desde que comenzó en el mundo a valorarse la soberanía en la ciencia política (que es de donde proviene el término, especialmente desde las ideas de Jean Bodin y la aparición del estado moderno) la soberanía tiene una dimensión local (supremacía del poder local) y una internacional (independencia externa).
Pues aplicado ésto al caso que nos ocupa podríamos decir que el sector en el que la empresa citada actúa, el de los agroalimentos (ya sea en la producción primaria, la de insumos, la de bienes intermedios y aun la de bienes finales), es en realidad uno de los únicos que en nuestro país puede exhibir significativa autonomía y superioridad internacional.
Es bueno analizar los datos al respecto: dice Lord Kevin que cuando se puede medir aquello de lo que se está hablando y expresar ese algo en números, entonces se sabe algo sobre eso de lo que se está hablando; mientras que cuando el conocimiento no puede expresarse de modo cuantificado existe el riesgo de caer en una pobre e insatisfactoria cosa que podría eventualmente ser el comienzo del conocimiento pero que -en ese caso- llega solo a los pensamientos previos y no a algo cercano a la precisión.
Hagamos números entonces.
El sector agroproductivo en 2019 exportó 42.110 millones de dólares y (como necesitó escasas importaciones) dejó un saldo favorable de divisas en la balanza comercial intrasectorial de 37.535 millones de dólares.
La empresa citada actúa tanto en el terreno de los productos primarios como en el de los manufacturados de origen agropecuario. En el primero desde Argentina en el último año se exportaron (por todas las empresas del sector) 22.483 millones de dólares y se consiguió un superávit comercial intra-sectorial de 20.007 millones de dólares. En el segundo desde nuestro país se exportaron (en total) 19.627 millones de dólares y se obtuvo un superávit comercial intersectorial de 17.526 millones de dólares.
El sector agroalimenticio es el mayor exportador en Argentina (genera casi dos tercios del total de bienes exportados desde nuestro país) y es el único que obtiene superávits comerciales intra-sectoriales lo que paradójicamente lo convierte en el más “soberano”. Aporta dólares comerciales netos, produce con calidad internacional, genera altísimos ingresos públicos (es, por ejemplo, por lejos, el que paga más derechos de exportación), crea empleo en el propio sector y también en muchos otros sectores abastecedores y además alimenta a cuantiosos rubros vinculados con él en ecosistemas supraindustria, además de aportar inversiones año a año y abastecer necesidades de consumidores y empresas locales como casi ningún otro.
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