Conocí a Hugo Nogueira en el mes de julio de 2006 cuando llegó a la Biblioteca Popular Manuel Belgrano, de la que yo era uno de los voluntarios de la misma, para donar un ejemplar de su primera novela, “Uno y dos, los gemelos” de la Editorial Cuatro Vientos, publicada en el año 2003. Entonces preguntó sobre la posibilidad de presentar en Pinamar su segunda novela, “La bretona en Cariló”.
Una vez leído el libro que había pasado a incrementar el acervo bibliográfico de la biblioteca y atento a la calidad del mismo, no hubo inconvenientes en sentarnos a planear la presentación de su segunda novela. Dado el título y el lugar donde transcurría, “Cariló”, tomamos contacto con la Fundación Cariló para que auspiciara la presentación, lo que se concretó y la misma se planeó para un mes del próximo año. Fue así que el 8 de febrero del 2007 se presentó en el gazebo de la Fundación en Cariló y el 15 del mismo mes en los salones de la Biblioteca Popular Manuel Belgrano de Pinamar, tuve el honor, junto a Doris Bin, de presentar esta segunda novela.
De allí en más Hugo dejó de ser el “escritor” a quien le presentamos libros (en enero de 2011 su última novela “Cuervos blancos” y en diciembre de 2012 su libro de cuentos “El eslabón perdido”) para convertirse en un amigo dilecto con quien compartimos largas horas de conversación, buena comida y buen vino (ya que era un sibarita y exquisito conocedor) y charlas sobre deporte, dado que en su juventud había sido un destacado nadador y un tenista de alto nivel. En su vida profesional, Hugo Nogueira fue gerente de Marketing de importantísimas empresas multinacionales por lo que el trabajo lo llevó a residir en Alemania e Inglaterra.
La temática de sus novelas me interesó particularmente pues estaban vinculadas a mi profesión, la sexología y, en las mismas, abordaba temas que tenían que ver con el comportamiento sexual de las personas, en particular “Cuervos blancos”, donde la heterosexualidad, homosexualidad, fidelidad e infidelidad, son protagonistas destacados de la trama.
También la política lo apasionaba y fue un férreo y documentado crítico del gobierno kirsnerista y en “Cuervos blancos” augura un final poco feliz para el gobierno que en este momento está en el poder y lo hace con base a un riguroso análisis político y social.
Más de un fin de año lo despedimos juntos y este año, cuando llegó a Pinamar en diciembre de 2013, nos sentamos a trabajar en su nueva producción, una nouvelle que lleva por título “El fuego” que ya está editada e impresa y para la cual tuve el honor de escribir el prólogo.
Esa nouvelle tenía fecha de presentación, miércoles 22 de enero a las 20 en la Biblioteca Popular Manuel Belgrano y ya la difusión estaba en marcha. Pero Hugo enfermó pocos días antes, y junto con Ana, su esposa, analizamos la posibilidad de postergar la presentación para el mes de febrero, a lo que él se negó e insistió en mantener la fecha de establecida. El destino no lo permitió. El martes 15 de enero hubo que trasladarlo de urgencia a Buenos Aires e internarlo en un sanatorio. Allí murió el día 26 de enero. Nos dejó con sus “gemelos”, con la “bretona”, con sus “cuervos blancos”, con “el eslabón perdido” y con la presentación inconclusa de su nouvelle “El fuego”.
Me queda el consuelo de haber estado con él hasta el último momento en Pinamar, haber compartido espacio en la antología “Levantando vuelo” que editó la Peña de Escritores Pinamarenses en noviembre de 2008 donde ambos publicamos nuestros cuentos junto con los demás integrantes de la Peña y la gran satisfacción de aparecer con él en el último afiche que se imprimió publicitando la presentación de “El fuego”, ya que yo como autor del Prólogo, sería el presentador.
Nos deja un amigo, un prolífero y destacado escritor, un luchador por la cultura y un hombre amable y cordial que nos alegró con su compañía en las tardes de sol de la playa, en las comidas en su casa o la mía y en las largas discusiones sobre literatura. Sentimos profundamente su pérdida, pero guardamos la alegría de haberlo conocido y que nos considerara, además de colegas en las letras, amigo.
Adiós amigo. Seguiremos gozando de tu imaginación plasmada en tu escritura.
Luis María Aller Atucha
Pinamar, 28 de enero de 2014
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