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jueves, 23 de diciembre de 2021

EL TRIUNFO DE GABRIEL BORIC EN CHILE Y SUS EFECTOS PARA LA ARGENTINA (FTE.TN)

El país trasandino es un socio estratégico. Algunos se animan a aventurar que estamos presenciando el fin de una era para la política chilena, caracterizada por la relativa estabilidad y la moderación de sus dirigentes.


Por Sergio Berensztein

Chile ya tiene un nuevo presidente electo: el líder de izquierda Gabriel Boric se impuso con el 55,9% de los votos sobre José Antonio Kast. Boric llegó a la segunda vuelta de ayer luego de vencer sorpresivamente en las internas de la coalición “Apruebo Dignidad” al candidato favorito de las encuestas, el comunista Daniel Jadue, y conseguir el segundo lugar en la primera vuelta del 21 de noviembre con el 25,8% de los votos (primero había quedado Kast con el 27,9%).

Boric fue dirigente estudiantil durante su juventud y diputado en dos ocasiones (2014 y 2018). Y cuando asuma el poder el próximo 11 de marzo, se convertirá en el mandatario más joven en la historia de su país, con apenas 36 años.

Evidentemente, el nuevo presidente electo fue más efectivo en su intento de las últimas semanas de seducir al votante moderado, a partir de un corrimiento de su discurso hacia el centro. De hecho, Boric rechazó el apoyo del Partido Comunista mientras que Kast nunca renegó de su pinochetismo.

Gabriel Boric, un candidato flexible

La flexibilidad que mostró el candidato de “Apruebo Dignidad”, destreza política que Kast no mostró, finalmente dio sus frutos. La convocatoria para que más chilenos concurrieran a votar también fue efectiva: la participación en el balotaje de ayer fue del 55%, lo que representa la cifra más alta desde que en 2012 se estableció el sufragio voluntario (supera incluso al 51% del plebiscito de 2020 donde se votó por la reforma constitucional).

Por las características ideológicas de ambos candidatos, lo comicios de ayer han sido los más polarizados desde el retorno a la democracia en 1990. De hecho, algunos se animan a aventurar que estamos presenciando el fin de una era para la política chilena, caracterizada por la relativa estabilidad y la moderación de sus dirigentes.

Las grandes coaliciones de centroderecha y centroizquierda, que llevan tres décadas repartiéndose el poder, se encuentran muy debilitadas y sus candidatos ni siquiera estuvieron cerca de acceder al balotaje. En este sentido, el estallido social de 2019 polarizó las preferencias ciudadanas, despertando fuerzas centrifugas que empujaron el sistema político hacia los extremos, representados por Gabriel Boric, en la izquierda, y por José Kast, en la derecha.

En la primera vuelta, el candidato del oficialismo Sebastián Sichel (Chile Vamos) apenas superó el 12% de los votos y se ubicó en cuarto lugar. Sichel ni siquiera era el candidato favorito de la centroderecha: su victoria en la interna contra Joaquín Lavín en el mes de julio también fue sorpresiva.

A su vez, Yasna Provoste, candidata de Nuevo Pacto Social (sucesora de la Concertación, a la que pertenecía Michelle Bachelet) se ubicó en quinto lugar, en lo que representó un fracaso rotundo para la centroizquierda chilena.

Todo el proceso electoral estuvo cargado de sorpresas: quizás el resultado menos inesperado haya sido precisamente la victoria de Boric ayer ya que, a pesar de la paridad, la mayoría de los sondeos lo daba como ganador.

El camino de Boric a la presidencia de Chile

Durante la campaña, algunos de los temas más importantes han sido la cuestión del orden (en un clima social enardecido), la lucha contra el narcotráfico, la inmigración ilegal y el conflicto mapuche. Fue Kast quien principalmente puso el foco en estos temas.

En tanto, Gabriel Boric se concentró en las nuevas demandas de los sectores medios y de los jóvenes (educación, salud, desarrollo sostenible). Además, viene proponiendo una reforma tributaria progresiva, propuesta que sin embargo moderó conforme crecían sus chances de acceder a la presidencia y para atraer a los votantes de la centroizquierda.

El sistema de pensiones también fue uno de los principales temas de campaña. El 80% de los jubilados en Chile cobra pensiones por debajo del sueldo mínimo, por lo que hubo bastante consenso sobre la ineficiencia del sistema actual, pero no sobre las reformas que deben ser aplicadas.

Boric propuso instaurar una pensión mínima y complementar el sistema privado con un sistema de reparto. Los argentinos sabemos que administrado de manera irresponsable el sistema de reparto tampoco resuelve los problemas, e incluso puede provocar otros mayores. Veremos que sucede en Chile, probablemente represente un tema sensible. Boric deberá gobernar con un Congreso muy fragmentado por lo que en este y en todos los temas, deberá alcanzar acuerdos.

El triunfo de Boric y sus efectos a nivel regional

Se trata de una elección importante para la Argentina dado que la relación con Chile es crucial en múltiples aspectos. Representa para nuestro país un socio comercial clave, sobre todo por el potencial exportador de Vaca Muerta.

YPF tiene planes para construir un nuevo oleoducto que permita llevar el shale oil de la cuenta neuquina hacia el Pacifico a través de Chile. Recordemos que el centro neurálgico del comercio global se ha trasladado en las últimas décadas desde el Atlántico hacia el Pacifico, debido al despegue colosal de China y del Sudeste Asiático. En este nuevo escenario comercial y geopolítico, la relación con Chile pasa a ser estratégica.

Por otra parte, los recientes reclamos chilenos sobre la plataforma submarina en el sur podrían complicar la agenda diplomática. Otro potencial foco de conflicto es la cuestión del conflicto mapuche. En estos temas, el gobierno del Frente de Todos debería, a priori, encontrar mayor afinidad política e ideológica con Boric. Si hubiese sido José Kast el que accediera a La Moneda las diferencias probablemente hubiesen sido más profundas.

El contexto latinoamericano

Por último, vale la pena preguntarse hacia dónde va la política regional en términos ideológicos luego del triunfo de ayer de Gabriel Boric. Este año hubo elecciones presidenciales en Perú, donde triunfó Pedro Castillo, y en Ecuador, donde ganó Guillermo Lasso. Simplificando, un candidato de izquierda (aunque en múltiples temas Castillo tiene una postura conservadora) y otro liberal (Lasso).

En 2020, Luis Arce (candidato del MAS de Evo Morales) triunfó en Bolivia. En Uruguay gobierna Luis Lacalle Pou desde el 1 de marzo de 2020, luego de imponerse a la izquierda representada por el Frente Amplio. De los presidentes de la región, Lacalle Pou es el que tiene mejor imagen.

En 2022 habrá elecciones presidenciales en Brasil y en Colombia. Lula aparece como el favorito en Brasil, pero la elección será recién en octubre, por lo que aún es demasiado pronto para hacer vaticinios. Colombia tendrá elecciones en mayo y el candidato de izquierda Gustavo Petro aparece como el favorito.

En la Argentina, desde 2019 gobierna Alberto Fernández, pero este año la oposición de Juntos por el Cambio logró un triunfo contundente, debilitando políticamente al Frente de Todos, en especial en el Congreso, tal como quedó demostrado tras el debate por el Presupuesto. En síntesis, estamos frente a un escenario, en el que indudablemente se vislumbra cierto avance de los partidos de izquierda o centroizquierda, pero que de todas formas no es generalizado, ni está exento de idas y vueltas.

Chile había sido hasta ahora un actor moderado en el escenario regional. Independientemente de que gobernara la centroizquierda o la centroderecha, el modelo de país y su vinculación con los países vecinos cambiaba apenas en los márgenes. ¿Qué continuidades y rupturas tendrá el nuevo Chile de Gabriel Boric? Es la pregunta que todos se están haciendo.

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