A la cena, realizada en las instalaciones del Marcin Hotel, asistieron también el intendente interino, Hernán Muriale; los concejales: Roberto Porretti, Edgardo Paso y Mercedes Taurizano. Y el empresario Héctor Guerrero entre otros.
La velada proporcionó una composición interesente de personalidades tratándose de una fundación que juega a la política enmascarada en una tarea presuntamente ecologista. Por otro lado, la entidad cobra adeptos en la clase gobernante de Pinamar. Sobre todo después de que la Sociedad de Fomento de Cariló, presidida por Eloy Lesca secundado por Miguel Anzel (un ex Fundación Cariló), realizaran la absurda proclama de retornar al Municipio de General Madariaga. Los trascendidos son que el duhaldista Anzel se alejó de la fundación por diferencias (una pelea) con Torres y no se sabe cómo, Lesca lo recibió. Otros aseguran que fue una “trampa” y Anzel, como el caballo de Troya, hizo el trabajo sucio de persuadir al “viejo” Lesca en semejante cruzada. Que terminaría con el respeto ganado de tantos años.
No es secreto que ambas entidades pugnan por el poder en Cariló. Y si bien conviven y forman parte del Concejo Asesor, organismo no vinculante que requiere la Ley de Paisaje Protegido para resguardo del bosque, el discurso de la preservación del medio ambiente se esfuma cuando se trata de negocios. Ley suprema que rige todo el Partido de Pinamar.
La fundación se destaca por el cuidado y preservación del colibrí, entre otras cosas, desde el año 2004 cuando un grupo de vecinos “sintieron la necesidad de agruparse para intentar resolver cuestiones relacionadas con el día a día en Cariló. El lugar que eligieron para veranear y algunos para vivir estaba cambiando y sentían que la preservación de su flora, su fauna y, con ello, un estilo de vida que era la esencia de este espacio de descanso y recreación, estaba en peligro” así lo expresa la entidad a través de su pagina Web.
Pero el afán de preservar al ave, que se convirtió en la insignia madre de la entidad y su tarea más preciada, resultó negativo para el pobre colibrí, ya que los bebedores que las comerciantes de Cariló vendían y la fundación publicitaba, resultó una trampa mortal para los diminutos pájaros. Los bien intencionados propietarios de Cariló, cuando finalizaba la temporada y retornaban a su lugar de origen, abandonaban el cuidado del ave y la limpieza de los bebederos. Por lo cual, los recipientes se convertían el caldo de cultivo propicio para las bacterias mortales para el colibrí. Hasta no hace mucho tiempo, quizás hasta el 2004, los bosques y pinares de la comuna de Pinamar, enteramente artificial creados por la mano del hombre como un emprendimiento inmobiliario, han permitido que las aves y animales se las ingeniaran para instalarse primero y sobrevivir después al avance de las topadoras y las maquinarias que se requiere para la construcción de tan hermosas viviendas en Parque Cariló. Así como los fastuosos hoteles, tal es el caso del Marcin Hotel. Hábitat elegido para la cena anual en que la que el señor Torres, según las malas lenguas, testaferro del ex gobernador Romero, procura su noche única.
A veces, el esfuerzo banal de los señores aburridos solo entorpece lo que la naturaleza, por si sola, reacomoda.
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