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lunes, 16 de julio de 2012

UN TANGOPARA JAZMIN

Se llevó a cabo el Segundo Encuentro de Tangueros, que pone fin a una serie de eventos para recaudar fondos para Jazmín Samec, que el mes de agosto debe viajar a Israel y a Jerusalén para tratar la fibrosis quística que padece. La noche fría y el salón del Club Cosme hacían distinto el evento, pero algo había cambiado sustancialmente desde aquel primer encuentro que se llevó a cabo un año atrás en la Casa de la Cultura, esta vez aquella pequeña que sorprendió a todos con una fantástica versión bailada de la milonga Taquito Militar, pedía ayuda para poder tratar su enfermedad. Ahora no era el tango el protagonista, ni esos giros en el aire con que deslumbraba la quinceañera, era su enorme energía para enfrentar lo que la vida le puso como un obstáculo, de una manera más sorprendente que su brillo escénico. Y como decía el hermano de Luis XIV en el Hombre de la Máscara de Hierro, de Alejandro Dumas: “Yo llevo la máscara, no ella a mí”, aquí Jazmín nos enseña lo mismo, nos lo demuestra con una sonrisa tan conmovedora como su personalidad. Cecilia Ruiz, la madre de Jazmín, agradeció por el apoyo de la comunidad, que llenó el salón, y a los vecinos y amigos, vecinos de Pinamar, de Villa Gesell que no faltaron a la cita. “No les puedo pedir más, ha sido todo un éxito”, dijo y luego aclaró que “con este evento cerramos un ciclo bastante grande para Jazmín, para que tenga una flor de vida. Nunca hicimos los eventos de forma lucrativa, esta fue la primera vez, y damos las gracias a Madariaga por responder de esta manera”. También explicó que “tanto para la familia, como para el entorno, para los vecinos, ha cambiado de la manera más positiva porque al tener noción y conocimiento de la enfermedad, tienen más respeto, la cuidan, están atentos, que es lo que ella necesita. Respetan que no puede inhalar humo, la cuidan porque no puede tomar frío, y toma igual”, se ríe como en complicidad con lo inevitable en una adolescente inquieta y con mucha iniciativa, mientras se escuchan los sonidos de fondo de la fiesta que ya toma su forma final. “Ella se siente muy contenida –explica-, muy apreciada, así que es totalmente positivo lo que hemos hecho de dar a conocer el problema de Jazmín, cada cosa tiene su maduración y creo que este era el momento para que se conozca, y para que se conozca la enfermedad fibrosis quística del páncreas, que es una de las enfermedades más severas, hay muchas pero esta es terrible porque no se ve, entonces es muy difícil de catalogarla, lo es para un médico imagínense para nosotros que no somos. Entonces hay que luchar con eso, con esos síntomas ínfimos y que le deterioran de adentro para afuera. Y gracias por entendernos, y por contenerla, y por tener esta vuelta de página como diciendo, Madariaga y la zona vamos a prendiendo, así como aprendí yo como mamá, todos nuestros vecinos han aprendido y se acercan y nos ayudan y nos contienen desde el amor, y desde lo más interno que tiene el ser humano que es de contener al otro, como sociedad y como lo que somos: seres humanos”. Y el tango seguía, de fondo, el primer tango para la vida que sus padres y una sociedad completa ansían para Jazmín, el último en esta serie de eventos pero el inicio de esa flor de vida por la que una comunidad luchó. Mucho dependerá de la medicina que aquí demuestra su valor, y mucho más de Dios, al que aún los no creyentes le seguirán pidiendo porque hasta en eso nos une Jazmín. Cada vez que puede ella agradece, siempre agradece, pero somos nosotros los que tenemos que estar agradecidos porque de mil maneras nos enseña a ser mejores. Será por su sonrisa, tan contagiosa; por su coraje, que no deja ver el miedo; o por la forma que baila el tango, como si pudiera convertirse en canción para mejorar la nota. Por todo eso, pero mucho más por lograr en todos una unión tan fuerte para que ella pueda cumplir su sueño, o al menos tener la posibilidad de luchar por él. Porque ese sueño de una adolescente encierra en si mismo el valor de una sociedad, a la vez que la explica, porque sociedad significa socios y eso somos: socios en una realidad de dolorosas individualidades que cambia cuando nos unimos. Será por eso que el hombre prehistórico convirtió simples piedras en monumentos que eran vehículos religiosos a la vez que centros comunitarios, inventó un lenguaje, se unió en comunidades. Siempre con la meta de estar juntos y aquí Jazmín nos unifica en su causa, nos demuestra que se puede mirar el futuro con esperanza. Ella sonríe y baila. Su luz va tan lejos como esa fuerza que nos unió para ayudarla. Es el primer milagro. Todos pedimos por el segundo. Ese sueño. Esa flor de vida.

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