PRIMER DIA DEL ARTESANO: HOMENAJE AL "FLACO GERVASIO"

El 28 de agosto se cumplió el primer año de la desaparición física de Alberto Gervasio, “El Flaco” como lo llamábamos todos. Hoy cumpliría 72 años y, en honor a él, cada 7 de septiembre celebraremos en Pinamar el “Día del Artesano” (Ordenanza 4646 /15).
No fue una persona más en la región, fue un distinto. Vivió una vida intensa. Sus habilidades lo hicieron destacar en el ámbito del teatro, la talla en madera y la escritura. 

También se animó a la “conducción” en programas del canal local cuando éste estaba manejado por la productora de Pablo Federico.
Además de su talento artístico, solía sorprender con sus teorías en el campo de la aerodinámica. También con la fabricación de productos naturales que favorecían al crecimiento de las plantas.
En el mundo de las ideas el “Partido Intransigente” fue el espacio que lo conoció como militante. Lo cierto es que la ideología pasaba a un segundo plano porque sus proyectos siempre se basaban en el “bienestar social”.
Alto, flaco, desgarbado, creativo. Amante de la naturaleza, creía profundamente que ella a los seres humanos nos brinda todo lo que necesitamos. Sus pasos de sandalias “franciscanas” en verano y “botas azules” en invierno, se extrañan. Caminaba y caminaba, se perdía entre la gente. Era del tipo de personas que no pasaba desapercibido. Amado, admirado, o criticado, pero jamás “ignorado”.
Marcelo Hernández nos contó que muchos -como él - comenzaron a hacer talla en madera por el flaco, “era todo un referente de la época” nos aseguró. También recordó con mucho cariño un viaje que hicieron varios referentes de la cultura de Pinamar (entre ellos Néstor Echeverría, Irene Reta, entre otros) “viajamos todo el día, repartidos en tres citroen 12 v, para visitar en Dolores a Nemesio Cabrera. Este hombre era un virtuoso de la talla que trabajaba en un vivero. Su espíritu artístico lo llevaba a elegir raíces secas a las que intervenía encontrándole formas excepcionales. Lo curioso es que habremos estado dos horas solamente con el maestro, que valieron la pena por supuesto, el resto fue viaje. Imaginate en ese tiempo con esas máquinas en camino de Tierra”. Sonrió y dijo “esas cosas sólo se le ocurrían al flaco, y como todo lo que proponía, fue una aventura imperdible”.



Alejandro Villadrich, es una artista plástico de General Madariaga, compañero de ruta del “Flaco”, lo definió como “un hombre comprometido con el momento que le tocó vivir, siempre hizo lo que tuvo que hacer” contó y remarcó “fue un artista coherente con lo social, lo que no es poca cosa en nuestros tiempos”. Lo conoció en la década del “80”, cuando Gervasio trabajaba en el Cristo Redentor, obra que actualmente está emplazada en la Iglesia de Cariló.
Para Alejandro habría que haberlo homenajeado con el día del “creador”, le encantaba crear cosas recordó. “Se me viene a la memoria un día que lo fui a visitar, estaba en un taller trabajando en una escultura. Al lado de la obra había una toma de aire de fibra sintética a la que también le dedicó horas y horas”.
Puedo decir mucho más, pero me quedo con el amigo, el artista, el compañero incondicional del “colectivo cultural”, ese que prefirió ser “incómodo” antes que “conveniente” para los políticos de turno, porque tenía convicciones, porque siempre defendió sus ideas y pensamientos.
Juan José López nos contó con orgullo que en su Casa Museo “Laten K Aike” tiene varias obras de su amigo, casi hermano. “Yo prefiero pensar que el Flaco se fue de viaje por un tiempo” dijo como pensando en voz alta, con nostalgia.
Compartimos mucho agregó “hicimos teatro para chicos, en su momento éramos considerados los locos de Madariaga. Militamos juntos en el Partido Intransigente y compartíamos las ideas con la misma pasión que los hechos artísticos. Al flaco no le interesaban las cosas materiales, siempre pensaba en el arte y cómo ayudar a los demás” reconoció.
Al definirlo dijo “parecía de otro mundo. Tenía facilidad para hacer de todo, inventó un mecanismo de suspensión para autos con la misma naturalidad con la que tallaba la madera. Era un gran autodidacta”.
Sonreímos con ternura cuando con Juan José recordamos a “Tacuara”. Ese era el nombre del perro imaginario que el flaco usaba en un monólogo que interpretó durante sus últimos años. A través del “Tacuara” nos revelaba la importancia de las cosas simples, el amor genuino del paisano, la nobleza del hombre con valores, su admiración a la sabiduría de la tierra.
“El flaco” era un hombre despojado, para él los bienes materiales no tenían valor, el valor estaba en la palabra. Utilizarlas para rendirle tributo nos acercó, al menos por unos instantes, a lo más auténtico de su esencia. Feliz día “Flaco” donde quieras que estés. Y feliz día- en tu nombre- a los artesanos de Pinamar.
Un agradecimiento especial a Marcelo, Juan José y Alejandro, que con el cariño de sus relatos nos permitieron rendir este humilde homenaje.