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sábado, 4 de agosto de 2012

CARILO Y SU DESEO DE VOLVER A PERTENECER A GRAL.J.MADARIAGA

Algunos vecinos de la localidad costera que una vez fue parte de General Madariaga solicitaron al Gobernador el regreso a su original ciudad cabecera. Corría el año 1978 y las atractivas costas llamaron la atención del entonces gobierno de facto. El seductor paisaje era también una fuente inagotable de negocios inmobiliarios, y así se produjo el decreto ley N° 9024, por el cual se crearon los partidos de Pinamar, Villa Gesell y el Municipio Urbano de la Costa. Así un primero de julio Cariló, como Ostende y Valeria del Mar, pasaron a formar parte de Pinamar por la decisión unilateral del entonces gobernador Saint-Jean. Pero ¿quién era este poderoso dueño de la provincia? Ibérico Manuel Saint-Jean fue un General de División Retirado que se hizo cargo de la provincia de Buenos Aires en 1976, con el comienzo de la dictadura militar, y se mantuvo hasta la caída de Videla en 1981. Es recordado y repudiado por una frase que encerró la triste verdad de lo que fue el Proceso de Reorganización Nacional. "Primero mataremos a todos los subversivos” –dijo-, “luego mataremos a sus colaboradores, luego a sus simpatizantes, luego a quienes permanezcan indiferentes y por último mataremos a los indecisos”. Toda una declaración en un discurso de asunción, y casi la confesión por la cual hoy está procesado por delitos de lesa humanidad, aunque fue beneficiado por las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y recién fue detenido en el año 2008. Así, envueltos en la impunidad del cargo arrasaron, dividieron y se apropiaron y en medio de fiestas y lujos la costa se adaptó a sus deseos. En ese contexto, con conexiones directas de Saint-Jean con inmobiliarias del lugar (era socio de la más importante), se planificó una fragmentación que lejos estaba de responder a las necesidades y anhelos de los habitantes. En ese aspecto, el delegado municipal Jorge Claveríe, plantea que “deben revisarse ciertas decisiones de la dictadura que aunque tengan validez legal no son legítimas por cuanto fueron tomadas por alguien que no tuvo en cuenta el interés de los pobladores, especialmente porque se tomaron a kilómetros del lugar, y más aún cuando había intereses económicos directos involucrados”. Un poco por la turbia historia que produjo esa irregular división geográfica, pero mucho más porque el municipio de Pinamar desde hace varios años no encuentra el rumbo político, recordemos la reciente destitución del intendente Blas Altieri, los vecinos de Cariló han iniciado un movimiento para solicitar el regreso de esa localidad a Madariaga como municipio cabecera. “Es un movimiento que surgió de los propios pobladores –asegura Claveríe mientras observa interminables papeles con recortes y mapas geográficos-. Ellos se sienten aún parte del municipio que fue cabecera durante su nacimiento, es una raíz ineludible que por alguna razón cobra vigor ahora, tal vez por las turbulencias políticas o por un pasado que no aceptan”. Entonces asegura que “las autoridades de la democracia deben revisar cuidadosamente las decisiones de la dictadura, fundamentalmente cuando son sus propios habitantes los que reclaman un derecho que cuando se produjo el hecho no tuvieron”. Y asevera con un tono firme que “cuando los hechos se obligan y no los produce una planificación surgen los problemas como en el caso de la gestión de residuos que no se tuvo en cuenta y los líquidos cloacales terminan en Madariaga sin que se pueda hacer nada, un enorme perjuicio”. A lo lejos, tras la ventana, los pinos y eucaliptos llevan la mirada a la sensual Cariló, y parece oírse ese silencio que es la base al canto de los pájaros que son también la marca registrada del lugar. Una brisa sorpresiva trae el aroma del mar y el recuerdo se remonta nuevamente a aquel 1978 cuando el océano devoraba cuerpos que nunca se encontraron, cuando el General Ramón Camps era jefe de policía de Saint-Jean y el eslabón más importante para ejercer el terrorismo de estado, cuando un hombre oscuro, en un escritorio frío, y con impuros intereses económicos, decidió una separación que en modo alguno respondía al anhelo de los lugareños. La democracia tiene la obligación de proteger la autodeterminación de los habitantes y es en exigencia de ese derecho que se juntaron firmas que ya se presentaron ante el gobernador, mediante una solicitud que cuenta con el aval de la Cámara Inmobiliaria, la Fundación Cariló y más de 700 propietarios. La ciudad reclama cámaras de seguridad y toda una infraestructura que no posee, arreglos en las calles, la gestión de residuos, la atención de salud, entre otras cosas. Las turbulencias políticas de Pinamar han descuidado a la vecina localidad. En lo alto un mapa, y una mirada pensante: pueblos paridos por un mismo sueño merecen también un destino común. Una nueva brisa trae esta vez el aroma de un médano, es Cariló en busca de sus raíces.

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