El Presidente deberá relevarlo del secreto de Estado para que la causa pueda avanzar. Cómo fue el cara a cara con el juez Martín Bava
Por Patricia Blanco
Si fuera un partido de futbol se hablaría de gol en contra. Es que no fue una estrategia planeada, sino una torpeza del contrincante que el jugador cotizó en provecho propio. El ex presidente Mauricio Macri consiguió aplazar su declaración indagatoria porque la propia Agencia Federal de Inteligencia (AFI) reconoció, en un legajo reservado y restringido a las partes, que el organismo no tenía entidad suficiente para relevarlo del secreto de Estado a un ex jefe de la Nación. Solo podía hacerlo el presidente Alberto Fernández. Y, si hay apuro, lo tendrá que hacer la vicepresidenta Cristina Kirchner, que quedará a cargo del Ejecutivo durante la gira del presidente.
Fue al inicio de la audiencia cuando todo se develó sin que nadie lo pensara estratégicamente. Macri llegó acompañado por un centenar de militantes que, bajo un calor que superaba los 30 grados, caminaron dos cuadras desde la plaza de Dolores hasta la sede del juzgado en la calle Buenos Aires.
Los policías se prepararon -casi parapetados- sabiendo que había que manejar a los simpatizantes. Fue así como incluso los políticos que habían acompañado a Macri tuvieron que “chapear”, transpirados, para que los dejaran entrar al corralito. El único que no tuvo problemas en esquivar a todo el mundo fue le perro callejero que ya es habitué del juzgado y que se instaló donde corría algo de aire mientras el caos reinaba alrededor.
Mientras los simpatizantes de Macri arengaban al grito de “Mauricio no se toca” y “Cristina presa” con banderas argentinas, el libro “Primer tiempo” en la mano y celulares donde entrevistaban a los políticos que quedaron afuera, adentro, en el despacho de Bava, en el primer piso del edificio judicial, pasaba algo inesperado para todos los ajenos.
“Buenos días”, saludó seco y distante Macri a los presentes, mientras dejaba que su abogado Pablo Lanusse se encargara de los trámites de rigor. El juez trató a Macri de “presidente” en varias oportunidades, según confiaron a Infobae fuentes que estuvieron presentes en el jugado.
La audiencia comenzó demorada. Es que, según presenció Infobae, se cortó la luz y no andaba la red de computadoras. Un técnico se acercó a la planta baja del edificio para tratar de resolverlo. Después de unos minutos, sonrió y dijo “listo”. Fue entonces cuando, computadoras encendidas, apareció el planteo del secreto de Estado.
Cuando finalmente se dio inicio a la audiencia, la suerte jugó en favor de Macri. Es que el ex presidente no podía declarar: lo que tenga para decir afecta la ley de Inteligencia y por lo tanto deben relevarlo del secreto de Estado. Así lo había dejado asentado la AFI en un legajo reservado en la causa, al que las partes tenían acceso a cuenta gotas.
La clave estaba en que la AFI sostuvo que solo el presidente de la Nación podía relevar a Macri de su declaración. De inmediato, Lanusse aprovechó la jugada para sí y pidió la suspensión de la audiencia. Se le preguntó al fiscal Juan Pablo Curi que, ya desde 2019 mantenía cortocircuitos con el ex juez del caso, Alejo Ramos Padilla, por el relevo del secreto de Estado. La Fiscalía sostenía que a todos debían relevarlos, mientras que Ramos Padilla planteaba que sus declaraciones estaban respaldas por el ejercicio de defensa. La polémica llegó incluso a la Cámara Federal de Mar del Plata. Fue por eso que la fiscalía también estuvo de acuerdo que se relevara al ex presidente del secreto. El juez aceptó y se suspendió la audiencia.
La discusión pasó a otro plano: cuándo se reanudará la audiencia. El juez quiso fijarla para el jueves próximo, pero la defensa planteó que nadie sabía cuándo el presidente Alberto Fernández firmaría esta disposición. En ese contexto, la audiencia se postergó sin fecha y Macri salió minutos antes de las 13 del juzgado con la sensación de haber ganado, momentáneamente, la partida.
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