También estuvo la reina Máxima de Holanda. El ministro de Economía ya ajustó con Alberto Fernández y el canciller Santiago Cafiero los detalles del encuentro que mañana tendrán con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional
Por Román Lejtman
En el Castillo de Sant´Angelo, sobre la margen derecha del río Tiber, Martín Guzmán compartieron la mesa con Kristalina Georgieva, Olaf Scholz y la reina Máxima de Holanda, en una cena organizada por la administración italiana como cierre formal de la cumbre del G20 de ministros de Economía y Finanzas.
Antes de sentarse muy cerca de la directora gerente del FMI y el sucesor de Angela Merkel en la Cancillería de Alemania, Guzmán se encontró a solas con Alberto Fernández y Santiago Cafiero en el hotel Regina Baglioni. Recién habían llegado de Buenos Aires, junto al resto de la comitiva oficial.
Guzmán aprovechó la oportunidad para comentar al Presidente y al Canciller los detalles de sus reuniones con Bruno Le Maire -ministro de Economía de Francia- y Anton Siluanov, ministro de Economía de Rusia, que son claves al momento de avanzar en las negociaciones con el FMI.
En este contexto, se entienden los dos encuentros bilaterales que Alberto Fernández mantendrá con Emmanuel Macron y Vladimir Putin durante las deliberaciones del G20. El jefe de Estado y Macron se reunirán en Roma, mientras que Putin aceptó un conclave virtual que protagonizará desde Moscú.
La instrucción de Alberto Fernández a Guzmán es sencilla de describir: tiene que aprovechar todos los eventos globales para explicar la estrategia de negociación de la Argentina frente a las exigencias económicas y financieras del FMI. El Presidente no se cansa de repetir que su deseo es honrar la deuda, pero sus últimos discursos en campaña causaron cierta desconfianza en Washington.
Durante la cena en el Castillo de Sant´Angelo, el ministro tendrá oportunidad de cumplir con la indicación presidencial. Georgieva conoce la posición Guzmán y mañana a las 17 (hora de Italia) se encontrará con Alberto Fernández para continuar un diálogo político que está empantanado. El jefe de Estado y la directora gerente del FMI tienen buena relación, y hay respeto mutuo.
Sin embargo, en un tiempo atravesado por la campaña electoral, Alberto Fernández y Georgieva tienen escaso margen para encaminar un acuerdo de Facilidades Extendidas entre Argentina y el FMI. Ese acuerdo implica un programa de ajuste y el apoyo de la oposición parlamentaria, dos condiciones políticas que la Casa Rosada por ahora no puede garantizar a la directora gerente.
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