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domingo, 28 de agosto de 2022

Cristina asumió el control total del peronismo y transformó a la Causa Vialidad en su trampolín para regresar a Balcarce 50

La intensa movilización oficialista en Recoleta apeló al dogma de fe para rechazar las acusaciones del fiscal Luciani y colocó a CFK como única opción política para enfrentar a Juntos por el Cambio en 2023

Por Román Lejtman


Cristina Fernández de Kirchner ratificó anoche su liderazgo en el Frente de Todos y ya decidió que transformará al Gobierno en un ariete institucional para pujar por su tercer mandato presidencial en 2023. CFK convirtió la Causa Vialidad en su trampolín electoral, enterró el sueño de la reelección de Alberto Fernández y apuntó contra Juntos por el Cambio, que será su enemigo en la próxima campaña proselitista.

Hasta el pedido de condena del fiscal federal Diego Luciani -12 años por corrupción pública-, Cristina había ejercido su poder detrás del cortinado y revoleando ministros en actos militantes cuando el Presidente aún intentaba protagonizar su propia agenda política. Era una faena palaciega que desgastaba a la Casa Rosada, profundizaba la crisis económica y facilitaba la estrategia de la coalición opositora.

Pero la acusación del fiscal Luciani alineó a Alberto Fernández, encolumnó a todo el peronismo detrás de la Vicepresidente y abrió un capítulo inédito en la dinámica política que protagonizaba CFK desde su despacho de la Cámara Alta. El jefe de Estado ya no resiste el liderazgo natural de Cristina y su agenda de Gobierno será un apéndice de la estrategia que trazará el kirchnerismo duro para derrotar a Juntos por el Cambio.

El empoderamiento público de CFK no sólo opacará la agenda presidencial: además convierte en un acertijo político la hoja de ruta diseñada por Sergio Massa para estabilizar la economía. Cristina rechaza el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la oposición hará muy poco para apoyar iniciativas legislativas que podrían fortalecer la estrategia electoral de la Vicepresidenta.

Massa se apoyaba en las diferencias de Alberto Fernández con Cristina para argumentar que existía la voluntad política de cumplir con las metas del FMI -reservas, déficit fiscal y emisión monetaria- y que la Casa Rosada privilegiaba la lógica del libre comercio y las relaciones fluidas con Estados Unidos.

Ese argumento de negociación del ministro de Economía apuntaba a mimetizar el pasado político de la Vicepresidenta atado a la Cumbre de las Américas en Mar del Plata, a la violación diplomática de un maletín con secretos que pertenecía al FBI y a la firma del Memorándum con Irán para cerrar la causa del atentado a la AMIA.

Pero Alberto Fernández se convirtió en el principal defensor mediático de Cristina, y ese protagonismo público complicarán las conversaciones de Massa con el FMI y el Ala Oeste de la Casa Blanca. Joseph Biden desconfía de CFK -al igual que Kristalina Georgieva- y será muy difícil que el Fondo y la administración demócrata apuntalen a un gobierno que ya aparece totalmente en manos de la Vicepresidente.

Desde esta perspectiva, Massa tampoco tendrá una agenda sencilla en ambas cámaras legislativas. 

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