La presidenta del PRO se diferenció de las decisiones del jefe de Gobierno en la zona de la casa de Cristina Kirchner. El nuevo almuerzo del PRO podría reflejar el final de la tregua. Macri, fortalecido, critica a la UCR y toma distancia de JxC
Por Ricardo Carpena
La radicalización que impuso Cristina Kirchner en la escena política desde que los fiscales pidieron que sea condenada a una pena de prisión efectiva de 12 años de prisión por el caso Vialidad terminó contagiando a toda la dirigencia: ¿quién se anima en estas horas crispadas a quedarse mansamente entre las “palomas” cuando sólo predominan los “halcones” en el oficialismo y la oposición?
En el PRO, la pregunta quedó en el aire luego de que los episodios de este sábado frente a la casa de la Vicepresidenta dejaron al desnudo las diferencias entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Cristina Kirchner subió al ring al jefe de Gobierno por haberle “sitiado” su domicilio y éste le contestó tras los incidentes callejeros: denunció “un plan organizado de ocupación del espacio publico” y afirmó que ella y el kirchnerismo “no hacen mas que echar nafta al fuego”. Y criticó: “La Vicepresidenta busca que la solución de sus problemas con la justica argentina se dirima en las calles, enfrentando a unos argentinos con otros. No lo vamos a permitir”.
El alcalde porteño habló rodeado de una veintena de dirigentes de todas las fuerzas que integran Juntos por el Cambio en la ciudad (menos la Coalición Cívica, cuyos líderes estaban en Córdoba para participar de un encuentro partidario), en una demostración de fuerza impactante. Sin embargo, la titular del PRO no tardó en diferenciarse de los dichos de Rodríguez Larreta: “Ni un paso atrás. No podemos seguir naturalizando lo que está mal ni tampoco seguir entregándole el país a esta gente. La obligación de un gobernante es garantizar el orden y el imperio de la ley. Para eso nos votan. Mi solidaridad con los 12 policías de la Ciudad heridos”, publicó anoche en Twitter.
Bullrich terminó explicitando su disconformidad con la postura negociadora que adoptó Larreta, algo que sus allegados deslizaron a lo largo de la jornada: para el bullrichismo, fue un error haber puesto las vallas en la zona del departamento de Cristina Kirchner sin haber fijado las condiciones con alguien como el ministro del Interior, el camporista Eduardo “Wado” de Pedro, o el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, pero cuando hubo disturbios “tendría que haber mantenido a los efectivos policiales hasta el final y no liberar la zona para consagrar la ilegalidad”.
Para el larretismo, la postura del jefe de Gobierno fue “terminante”, pero se quiso evitar una tragedia: “Los kirchneristas querían probablemente un muerto en los episodios de Recoleta y teníamos que evitarlo para que quedara en evidencia que los violentos eran ellos”, sostuvieron en la sede porteña de la calle Uspallata. “Si no negociábamos, iba a haber más sangre”, agregaron.
El electorado “halcón” aplaude que ya no haya espacio para las “palomas”. Con la mira en esa tribuna, la presidenta del PRO actuó rápidamente la semana pasada para sacar rédito político de la desafortunada comparación de los fiscales Alberto Nisman y Diego Luciani que hizo Alberto Fernández. A la mañana siguiente de esos dichos, Bullrich anunció en una entrevista televisiva que iba a presentar una denuncia penal contra el Presidente y varios referentes kirchneristas, luego buscó diputados que acompañaran su presentación y la hizo pública hace 24 horas: allí se menciona “un plan de impunidad” en marcha para que Cristina Kirchner no sea condenada por la causa Vialidad.
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