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miércoles, 31 de agosto de 2022

Política de espaldas a la crisis: Cristina Kirchner con “santuario” por encima de la ley y la oposición en el barro interno

El oficialismo se mueve con impulso del kirchnerismo duro. La ex presidente mantiene la ofensiva en el frente judicial y apuesta a la grieta. Su juego tiene impacto en el interior de JxC. Todo, mientras la economía sigue encabezando la lista de preocupaciones de la sociedad

Por Eduardo Aulicino


Andrés Larroque no empezó ayer a caminar la política y desde hace rato expresa de manera directa la concepción del kirchnerismo duro. En línea con la intención de colocar la defensa de Cristina Fernández de Kirchner por encima de todo -y no sólo en la interna-, sostuvo que el piso de la ex presidente en Recoleta es un “santuario”. Está claro el sentido coloquial del término elegido, aunque no resulta escindible de su primario sentido religioso. Un lugar superior, fuera de cualquier consideración común, incluidas las leyes. La causa Vialidad y las otras causas que involucran a CFK no tendrían relieve frente a semejante categoría.

Larroque dijo algo realista sobre el efecto doméstico de la movida articulada como respuesta -política, nada judicial- al pedido de condena para la Vicepresidente por el manejo de la obra pública que benefició a Lázaro Báez. Destacó que CFK ocupa el lugar de “mayor centralidad” en el oficialismo. Agregó algo realmente curioso: sostuvo que, frente a la crisis, “la expectativa de la gente está puesta en la política” y, en ese sentido, añadió que la ex presidente alimentaría las esperanzas.

El primer dato significativo es que CFK y todo el movimiento motorizado a su alrededor no refiere al delicado cuadro económico y social, sino más bien que lo relega. La carga está puesta en el frente judicial. El segundo elemento destacado de esta escalada política es que repone la lógica agotadora de la grieta. Es un ejercicio que agrava la crisis. Una alerta también para la oposición y en particular para Juntos por el Cambio, envuelto en otro capítulo de su interna.

La agenda que expone cada vereda es ilustrativa. CFK se prepara para su próximo acto: será el sábado, en Merlo, organizado formalmente por el PJ bonaerense con impulso de Máximo Kirchner y aval de intendentes. Estuvo reunida con dirigentes de organismos de derechos humanos alineados con su espacio. Dejó algunas chicanas al macrismo. Ayer mantuvo un encuentro con diputados y senadores nacionales. Y dejó una arenga inquietante como concepto y llamativa por el grado de ensimismamiento.

La ex presidente agradeció a los legisladores y destacó, según el texto que se dejó trascender, el papel que al Congreso “le cabe en una República en serio, donde sí existe división de los poderes, pero donde la soberanía reside en el pueblo”. Resulta sugerente el uso del “pero”, más allá de cualquier consideración sobre la organización y los equilibrios institucionales.

No se trató de una frase suelta. Encaja con el discurso general sostenido por el kirchnerismo y extendido al resto del oficialismo, con mayor o menor grado de entusiasmo. Expresa un renovado intento de cerrar filas, con sentido sectarizante, y sobresale la reiterada concepción de considerarse representante excluyente del “pueblo”.

CFK lo acompañó con una nueva descarga sobre la oposición y en particular contra el gobierno porteño. Agregó así un elemento institucional al poner en discusión el alcance de la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires. Nuevo campo de batalla para apostar a la grieta.

La “centralidad” de CFK que el kirchnerismo destaca como sellada tiene consecuencias variadas en el oficialismo. Alberto Fernández busca recuperar algo de espacio desde el lugar secundario en el que quedó como resultado de la interna y de sus propias decisiones. Pero lo hace, precisamente, con decisiones para ocupar un papel visible en la defensa del liderazgo que lo fue desgastando. Ayer mismo, restringió su agenda de actividad oficial para mostrarse al frente de la reunión del PJ nacional, convocada para amplificar la movida en respaldo de la ex presidente.

El otro aspecto destacado, como efecto, parece desalentar la lectura inicial, y reducida, según la cual todo este ruido político disimularía el ajuste económico. O lo correría del foco. En rigor, complica la gestión de Sergio Massa. El ministro busca exponer a diario su actividad, a la par que son difundidos datos y evaluaciones sobre la reacción de los mercados. Por momentos, queda todo desplazado en el temario público por las batallas políticas, mientras la crisis – con la inflación en el primer renglón- golpea la realidad y las expectativas sociales. Es lo que señalan las encuestas y el sentido común.

La ofensiva del kirchnerismo contagia el microclima a la oposición y no por la respuesta puntual frente a cada jugada -ahora, la nueva andanada sobre la autonomía porteña- sino por los renovados capítulos de la interna. El foco quedó expuesto esta vez en las disputas del PRO, que afectan a los socios de la UCR y de la CC. Más que discusión de fondo, asomó como la confirmación de la competencia abierta por las candidaturas del 2023.

El áspero cruce entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta remitió a la discusión -que sí demandaría ser de fondo- sobre el episodio de las vallas alrededor del edificio de Recoleta. Además de la cuestión policial, asoma un verdadero camino de cornisa: cómo moverse en el terreno que plantea el kirchnerismo. En cambio, hacia el interior del macrismo, se transformó en una pulseada con repercusión pública, fuera de tiempo -y con temas sensibles- entre dirigentes con aspiraciones presidenciales.

JxC sigue arrastrando problemas para procesar internamente las disputas. Y a eso se agrega la competencia que plantea el discurso agresivo y de descalificación de “la” política que plantea básicamente Javier Milei. El reflejo es también contradictorio, porque la dureza discursiva por sí sola reaviva internas y coloca la disputa más amplia en el tablero que pretende el kirchnerismo.

La reunión realizada ayer por los principales dirigentes del PRO terminó limitada al cruce entre Bullrich y Rodríguez Larreta. Los encuentros del PJ y del oficialismo en general se reducen a la situación judicial de CFK. Son dimensiones diferentes. Pero el punto, en cualquier caso, es la percepción social, tomada por las preocupaciones que dispara la economía. La causa Vialidad podría quedar definida en el tribunal federal recién hacia fines de año. Falta un año para las PASO. Un calendario extenso, demasiado tiempo.

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