Las estadísticas oficiales de la industria confirman la falta de crecimiento. Desde enero, la actividad fabril retrocede un mes y se recupera al siguiente. Entre esos avances y retrocesos, el resultado es similar al nivel de diciembre del año pasado. Interrogantes por los últimos dos trimestres
Por Virginia Porcella
La ley no escrita de la economía argentina establece que la actividad crece en los años impares y retrocede en los impares, dinámica asociada a los años de expansión del gasto por los procesos electorales agendados en los primeros y los consecuentes períodos de ajuste que los suceden en los años en los que no hay comicios. Esa ley quedó alterada desde 2019, cuando las elecciones no fueron un motor suficiente para frenar la crisis económica, tras lo que arreciaron las consecuencias económicas de la pandemia para volver a la regularidad de ese comportamiento el año pasado, cuando la economía recuperó el terreno perdido el anterior y dejó un buen piso de crecimiento “en los papeles” para este año, denominado arrastre estadístico. Así, la economía argentina registrará dos años consecutivos con signo positivo a la hora de consignar las estadísticas lo que quebrará -en esta ocasión para bien- la maldición de los años pares.
Sin embargo, otro movimiento, en principio totalmente casual, deja en evidencia una realidad más compleja. Desde que se inició el año, la actividad industrial no logra sostener el ritmo de crecimiento que evidenció el año pasado y, al revés de lo que ocurre con los años pares, la maldición para este sector parece haberse trasladado a los meses impares. Para los fuertes retrocesos en cada uno de ellos desde que empezó 2022, se puede explicar una explicación diferente, no necesariamente conectada. Pero las marchas y contramarchas son constantes y, de acuerdo al economista Fausto Spotorno, indican en definitiva que “simplemente, la economía está estancada”.
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