"EL UNICO PATRIMONIO DEL PERIODISTA ES SU BUEN NOMBRE. CADA VEZ QUE SE FIRMA UN TEXTO INSUFICIENTE O INFIEL A LA PROPIA CONCIENCIA, SE PIERDE PARTE DE ESE PATRIMONIO, O TODO" - Tomás Eloy Martinez -

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jueves, 5 de abril de 2018

EN EL LUGAR CORRECTO, EN EL MOMENTO CORRECTO


Estar en el lugar correcto, en el momento correcto. La vida, a veces, nos pone en esa posición. La decisión, en ese momento de quiebre, la responsabilidad y el compromiso con la acción son fundamentales. Los guardavidas lo saben, recorren su día a día con esa premisa en la cabeza. Estar en el lugar correcto, en el momento correcto, muchas veces, evita tragedias.

Este fin de semana fue en Ostende. Y le tocó a Bruno, quien estaba allí con su familia.

"El rescate fue normal, uno más. Nosotros convivimos con estas situaciones y es una situación de trabajo. Ahora, cuando el rescate finaliza y la persona está en suelo firme, con la adrenalina y el fragor del rescate, nosotros también bajamos a la tierra y entendemos en qué lugar nos paramos ante una posible tragedia, es muy fuerte darte cuenta", explica Santiago Moledo, guardavida.

"Este chico estaba queriendo llegar al banco, flotaba, estaba intentando llegar a su familia y el mar lo fue derivando y se asustó", continuó Santiago, "Cuando lo vimos entrar en pánico tuvimos que intervenir. Es un segundo en que ves que el comportamiento corporal de la personal cambia y tu experiencia te dice que es el momento de intervenir. Acostumbrás el ojo a la posibilidad de que algo malo pase".


"Me metí con mi prima", explicó Bruno, "La verdad fue cosa de un segundo, sentí que el mar me chupaba y me desesperé. No podía llegar al banco y las olas no me dejan llegar, en ese momento me di cuenta que estaba muy complicado. Por suerte, los muchachos actuaron y me salvaron. Si no fuera por ellos, no contaba el cuento".

Como retomando el racconto de lo que ocurrió, Santiago charla con Bruno: "Apenas saliste pensamos que estabas bien, quizás fue la adrenalina, la locura del momento y simplemente pensábamos en salvarte y ver que estuvieras bien. Pensamos que estaba todo bien y que no era algo grave. Cuando te dejamos en tierra nos dimos cuenta que las cosas podrían haber sido mucho peores". Bruno ríe nervioso y repite casi como un mantra: "Si no se hubiesen metido, no podría contar el cuento".

Bruno juega al fútbol y llegó de Ayacucho hace cuatro años a Pinamar buscando una vida mejor. Nunca pensó que la suerte lo pondría en una situación límite. Nunca lo pensó pero agradece el arrojo de los guardavidas que se hicieron responsables de su destino. Arrojo, compromiso, responsabilidad. Cierre para una historia en la que la prevención y la rapidez salva una vida. Una fábula real que merecía ser contada. 

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